La revolución Áurea

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martes, 11 de junio de 2019




 Mañana cumplo cincuenta años y no sé cómo ha pasado…




Puede sonar a tópico de andar por casa o al título de una canción de la época de la Movida, pero así lo siento. Hace un instante que pasaba una hora de nervios en el atasco de los viernes, a las tres de la tarde, sufriendo por si no llegaba a tiempo de recoger a Laura, mi hija pequeña, la que ya tiene dieciocho años y está en la universidad buscando un futuro propio.   Aún recuerdo el olor del césped del parque del barrio y hasta mastico el polvo del arenero, allí, sentado en un banco mientras la niña hacía cumbre en todos los columpios al grito de: ¡papi!, ¡mira lo que hago!

Era un “saco” de nervios, llena de energía y ganas de vivir, no es posible para ella pasar desapercibida, su presencia es intensa, su aura brilla por donde va, una actitud que aún mantiene y cada día pido a las estrellas que conserve toda su vida. Si lo consigue, más que una vida, lo suyo será toda una aventura. No solo es persistente y responsable, también es dulce y cariñosa, siempre pendiente de todo y de todos, es de ese tipo de personas, ya casi en extinción, que hace que las cosas sucedan.

Recuerdo, como si de ayer se tratara, esos días de fútbol infantil con Iván, mi hijo mayor. Sobre todo, ese periodo en el que era el mejor portero del mundo, al menos para mí lo era. Aún puedo ver como se lanzaba sin pensarlo a por balones imposibles, en terrenos embarrados, buscando la pelota como si la vida dependiera de ello. En ese momento era un niño feliz, seguro de sí mismo, centrado en un único objetivo por un rato. Luego llegaba el día a día, la falta de adaptación al colegio, las inseguridades que siempre le han perseguido y que le impiden ver que lo único que le separa de una vida plena es hacer lo que hay que hacer, como en aquellos partidos, sin pensar en nada más. Es el problema de tener una mente maravillosa, es como un arma; mal utilizada no trae más que conflictos internos. El día que logre dar el paso nada podrá frenarle. Espero que no tarde, como su padre, cincuenta años en darse cuenta.

Poco tiempo me parece que ha pasado de los viajes a Disney, no tengo claro quien disfrutó más, creo que es un sitio construido para los cincuentones que nos pasábamos la tarde viendo a Mickey, Donald y Pluto. Esos dibujos con música clásica de fondo que nos transportaban a un mundo de fantasía. Nos encantaban ya que nuestra infancia puede que fuera demasiado real.

Miro más atrás y me veo pequeño, muy feliz, corriendo sin parar, jugando al fútbol y a mil cosas, metido en peleas de piedras con los chavales de otro barrio, haciendo cabañas de cartón. Corriendo delante o detrás de los gitanos de mi barrio, según el día. Veo a mi madre haciendo la comida en una cocina grande y luminosa, canturreando una canción mientras batía huevos a la velocidad del sonido, recuerdo a mi abuela Amalia, recitando dichos tradicionales, cantando coplas picantonas de otras épocas y refranes, tenía uno para cada cosa de la vida.

Veo a mi hermano mayor probándose pantalones de campana para ir de fiesta y bailando en el salón la música de Pink Floyd, a la manera de esa época; completamente ridícula, con sus aires de estiradillo, también a mi otro hermano, siempre más cercano y bruto, deseando liarme para hacer alguna maldad en su nombre y así salir indemne del castigo, le recuerdo haciendo pelotas con los calcetines que terminaban rompiendo la lámpara de turno. Veo a mi padre, a mi querido padre regresando el sábado del trabajo, a la hora de comer con un helado de barra, de esos de al corte, con sus galletitas, para el postre o cuando le acompañaba al economato y me compraba una tira de chocolatinas en forma de coches. Aquello era una fiesta ya que lujos y caprichos, en esos tiempos; los justos.

Aún pongo cara a los chicos del cole y el barrio, siento en la piel el calor del verano, en el barrio con todos los chavales del baby boom, éramos legión, jugando en la calle hasta las tantas a cosas puede que ahora inconfesables pues estarían prohibidas. El tiempo si ha pasado, para bien, en algunas cosas. Mis vacaciones en Calpe, tan aburridas a ratos para un niño de la época, asumiendo el rol secundario en la familia, no como ahora que nuestros niños son los reyes y todo lo enfocamos a su disfrute, nosotros éramos actores secundarios en la fiesta de nuestros padres. En esos periodos, desarrollé la imaginación que ahora me ayuda tanto, en la playa podía pasar horas sin salir del agua.  Soñaba que era el capitán de un barco pirata con mi pequeña barca hinchable y abordaba a cuanto flotador pasaba cerca de mi navío, otras veces era un cazador de tiburones asesinos y hasta el protagonista de Miami Vice. Ahora soy capaz de escribir una novela desde la cama, en las noches de insomnio, cada noche un capítulo más de mi nueva historia.

Es cierto que siempre he sido muy disperso, me ha costado mucho encontrar mi lugar en el mundo, siempre pensé que estaba aquí para hacer grandes cosas y en cierta manera me he sentido frustrado de no poder disfrutar de reconocimiento, riquezas y éxito que siempre pensé tener. Tuve que escribir La Revolución Áurea para entender en realidad qué es el éxito y elegir mi verdadero camino. Algo cambió en mi y me di cuenta de que soy una persona exitosa.

Tengo la mejor compañera que una persona puede desear, un ejemplo de vida, el pilar donde se apoyan todas mis inseguridades, la persona que me complementa y me da el amor que necesito, aunque a veces sea a cucharaditas, puede que eso también sea la clave de su éxito, yo soy excesivo en todo, pero me canso enseguida de todo, ella mantiene la cuerda tensa. Creo que está a punto da descubrir todo lo que vale y eso será fantástico.

Mis hijos son mi mejor obra, serán lo que ellos quieran, tienen la semilla del éxito en sus venas, saben que la primera regla para caminar por la vida pasa por ser buenas personas, empáticas, sensibles con el daño ajeno, pero a la vez asertivos, sin perder la vista del camino para seguir avanzando, a pesar de las dificultades, sin dejarse llevar por lo habitual, saben que tienen que salirse de la norma.

Aún tengo una madre ejemplar que se ha sabido reinventar y ha podido disfrutar de una vida plena después de la desgracia, me apena su soledad habitual, pero también he aprendido a que no es solo mi responsabilidad, tiene otros dos hijos que no se entregan tanto y deberían, aunque solo sea por decoro y para dar ejemplo a sus hijos para el futuro. Un acto siempre es mejor que mil palabras. Ella sabe que la adoro. Tuve un padre al que extraño cada día, que me inculcó el amor como punto de partida y la necesidad de disfrutar de la vida sin rechazar nunca una oportunidad de celebrar que estamos vivos.

Tengo la casa que siempre quise tener, bueno… de momento la tengo compartida con el banco, pero bueno, como todos. Amigos no tengo muchos, pero en realidad ¿quién los tiene? Me refiero a lo de los malos momentos. De esos hay pocos o no he tenido demasiada suerte, puede que sea culpa mía, me cuesta darlo todo y recibir a veces tan poco… es decepcionante.

Mi trabajo no es el mejor del mundo, pero no me importa madrugar cada mañana, me gusta lo que hago, tengo que lo que siempre busqué en un trabajo: libertad para tomar mis propias decisiones, un buen sueldo y unos compañeros que hacen el día a día bastante agradable. Me ha costado mucho, solo mi chica sabe cuánto, un camino duro, teniendo que demostrar cada año lo que valgo sobre el terreno y no sobre el papel de una triste currícula como hacen muchos en este mundo de figurantes e impostores.

Mañana cumplo cincuenta y la verdad es que no me importa, al contrario, me encuentro bien, soy feliz y tengo más proyectos de los que puedo asumir. ¿Qué más quiero? Lo esencial, que mi familia siempre esté conmigo, son la sangre de mis venas.

Con todo mi amor para Ana, Iván y Laura.
Gracias por compartir conmigo esta maravillosa aventura que es la vida.

lunes, 8 de febrero de 2016

LA PÍLDORA QUE CAMBIARÍA EL MUNDO

Cada día nos enfrentamos a una forma de vivir que hace que olvidemos lo verdaderamente importante. La píldora que cambiaría el mundo es una reflexión personal, cargada de ironía sobre la forma de utilizar el tiempo en nuestra sociedad y la cantidad de excusas a las que acudimos cuando queremos justificar lo injustificable para sentirnos mejor con nosotros mismos.

Cada día lo mismo:
Me levanto con sueño ¡demasiado sueño! Tanto que pienso que no descanso bien y debería ir a al médico pues no es normal.

Mi padre siempre decía que cuando te haces mayor eso cambia y no necesitas dormir tanto, yo tengo más de cuarenta «tacos»  hace ya un  buen  rato y si eso no es ser lo suficientemente mayor como para poder levantarme con otra cara, no sé cuánto tiempo más tendré que esperar.

Yo me inclino a pensar que eso de madrugar con soltura es cuestión de personas; hay unas que se duermen en cuanto caen sobre su cama y disfrutan de esa actividad como yo de una buena comida o un buen libro, en cambio; otros, tenemos que soportar la maldición de tener que dormir cada día, ¡vaya pérdida de tiempo!

Desde niño, he soñado con una pastilla o una máquina que nos mantuviera en plena forma a cambio de un par de siestas diarias.

¡Eso sería del todo increíble!

Hay tantas cosas que ver y que pensar, tantos libros por leer y tantas líneas que escribir que no hay tiempo material al cabo del día. Pensar en perder un tercio de la vida en dormir, para muchos de nosotros es un drama.

Los que trabajamos muchas horas y nos pasamos la vida en un atasco permanente de tráfico y emociones negativas, cuando llegamos a casa,  lo que necesitamos es disfrutar de todas esas cosas placenteras, es la forma de sentir que la vida tiene sentido y que el fin justifica los medios.

¿Pero qué es lo que realmente sucede? Que no hay tiempo. Al llegar a casa muchos de nosotros debemos atender a nuestros hijos ya que nos ven poco y debemos darles algo de felicidad, ayudarles a estudiar si lo necesitan y prestarles atención en lo que nos cuentan. 

Además; ellos son lo más grande que sin duda, haremos en la vida, el mayor milagro del que participaremos jamás y necesitan cada minuto de nuestro apoyo y cariño. Por supuesto debemos dedicar tiempo de calidad a nuestra pareja para mantener el fuego encendido y preocuparnos realmente por ella, seguramente también está cansada y con las mismas ganas de tener ocio que  nosotros. 

Algunos también tienen aún la suerte de tener padres. O al menos madre como en mi caso; una madre maravillosa, activa y jovial como pocas, a pesar de sus 80 «añazos» y sus achaques casi eternos, desde que recuerdo; siempre se anda la mujer quejando de sus dolores reumáticos, creo que lo hace desde niña ya que mi abuela –su madre- siempre decía al respecto de ella:

¡Mujer doliente, mujer para siempre! 

Mi madre vive sola desde hace demasiado tiempo, mi padre se fue de esta vida antes de lo esperado, y es por eso que no puedo olvidar, hablar al menos dos minutos con ella todas las noches, necesito saber cómo se encuentra. Mis hermanos lo hacen una vez a la semana. Lógico, son gente muy ocupada, con muchas responsabilidades. Uno de ellos está tan ocupado que solo la puede visitar dos veces al año. Vive nada menos que a 30 Km de su casa y no todo el mundo puede recorrer tantos kilómetros de forma habitual.

Pero yo necesito saber de ella más a menudo, pensar en que la pudiera pasar algo y la encontraran sola, en su casa, tres o cuatro días después, es algo que me obsesiona y que mi conciencia no podría soportar. El mayor enemigo al que se puede enfrentar el ser humano es la soledad, ese enemigo; silencioso como ninguno, que atrapa la cordura y hace que se confunda la realidad. El silencio es el grito más alto, tanto; que si vivimos bajo su dominio nos vuelve locos.

A veces; nos olvidamos de nuestros mayores y les dejamos consumirse en su retiro, pero la realidad es que no tenemos tiempo.

Hace ya muchos años que descubrí que la ropa no se lava, tiende y guarda sola. Para ser exactos desde que vivía con «mamá». Todo estaba arreglado y recogido como por arte de magia. Eso en mi casa les aseguro que no sucede, por lo que tengo menos tiempo para otras cosas. 

¡Tú recoge el baño y yo habitación antes de irnos! Y el primero que llegue hace la cena mientras el otro pone una lavadora y plancha un poco. Luego el hermoso y tierno momento de familia, compartiendo mesa pero no gustos; nosotros -los adultos- deseando apagar la televisión y hablar de las cosas que hoy nos han pasado y ellos, -los más pequeños-  luchando por lo contrario.  

Hay tantas cosas que hacer…

Además de todo esto, hay que añadir  las recomendaciones saludables y necesarias para tener una buena y larga vida; andar dos horas al día o correr una,  hacer después al menos media hora de estiramientos, tumbarse un rato en el suelo con la cabeza apoyada en un libro, para estirar las cervicales y así liberar tensiones y evitar dolores futuros.

También hay que invertir tiempo cada día para tener una alimentación saludable, mejor cocinar uno mismo que comer cosas preparadas llenas de conservantes y cosas que terminan en «es», las  dos infusiones recomendadas para depurar nuestra sangre, las vitaminas y los necesarios antioxidantes para conseguir que nuestro cuerpo no chirríe y por supuesto los regeneradores de la piel. Cremas de día y cremas de noche harán que nuestra piel brille y luzca tersa, y si la de día, tiene factor de protección mucho mejor, evitaremos las nocivas radiaciones solares, responsables del cáncer de piel.

Tres limpiezas profundas de dientes con cepillo, hilo dental y enjuague. So lo hacemos a la ligera es como si nada, debemos hacerlo bien, cinco minutos por cepillado y mejor con un cepillo eléctrico que limpia más profundamente.

La ducha de rigor matutina y el baño relajante antes de irnos a la cama para relajar nuestro cuerpo. Las cinco comidas al día para quemar mejor los azúcares y no despertar la sustancia que ralentiza el metabolismo y que nos hace engordar. En mi caso, esa «simpática» como se llame, es como yo; duerme poco. Hay que tomar unas siete piezas de fruta cada día  para reducir a la mitad el riesgo de muerte súbita, eso es algo que todos queremos evitar pero si no lo hacemos es por falta de tiempo. ¡Por cierto! Sigo sin tener claro si debo comerlas con piel o no hace falta.

Lo de las siete copas de vino necesarias para evitar accidentes vasculares es un objetivo más razonable, pero no piensen mal… son siete copas, pero a la semana. Y eso no es lo mismo que siete manzanas al día. Una «copita» de vino no representa un excesivo esfuerzo a sumar a los dos litros de agua, las  infusiones y los batidos depurativos de apio, pepino, hinojo y zanahoria que hay que «tragar» cada día.

Como ven, si sacáramos cinco o seis horas más al día, vida seríamos mejores y tendríamos mucha más salud, lo malo es que dejaríamos el planeta sin manzanas.

Podríamos dedicar mucho más tiempo a las redes sociales, a todas y cada una de ellas; son muchas y parece que todo el mundo las usa a diario por lo que deben ser importantes. Y hasta podríamos leer dos libros a la vez uno antes de cada siesta. Incluso escribir alguno nosotros mismos.

Podríamos ver la película de las 22:30 sin desmayarnos un par de veces en el transcurso de la proyección. Yo soy un experto en eso; lo he entrenado tanto que tengo que ver la película solo dos veces para enterarme de todo ya que en cada proyección, me duermo en partes diferentes y así; consigo verla completa. Y ahora incluso si la quitas a medio ver, al día siguiente el televisor que es «inteligente» te pregunta si quieres reanudarla desde donde la dejaste.

¡Es maravilloso!

Si tuviéramos más horas aprovecharíamos para cenar con amigos, a esos pobres a los que les hemos dicho, varias veces, que no podemos quedar pues tenemos cosas que hacer, siempre por falta de tiempo. Podríamos cenar con ellos a las dos de la mañana, ¿qué más da? Y si les apetece, que hagan la siesta en casa.

Los miércoles a la una y media de la mañana podríamos ir al teatro, además sería más barato pues tendrían tres o cuatro pases diarios y eso nos vendría a todos de maravilla pues los precios están por las nubes. La bandeja de entrada de nuestro correo estaría limpia, los recibos y  facturas ordenadas perfectamente por meses y bien archivadas. El coche limpio y con las revisiones pasadas en tiempo y forma.

Imaginen si pudieran programar partidos de fútbol a las cuatro de la mañana. 

¡Bueno! Eso… está cerca de conseguirse actualmente,  pensemos en otra cosa;  por ejemplo, al dormir mucho menos, podrían existir un montón de franjas de las llamadas «Prime Time». La de las diez de la noche, la de la siesta de toda la vida, otra franja líder antes de la nueva siesta etc. Dos películas de las catalogadas como «Blockbuster» cada día, dos partidos de fútbol, dos capítulos de la serie de moda, esa que nos tiene tan enganchados. Estas además, son tan abundantes y con tantas temporadas  que necesitamos horas y horas para estar al día por lo que sería estupendo poder ver muchos capítulos cada día.

¡Señores científicos! Céntrense en la píldora, déjense de  inventar cosas innecesarias como por ejemplo para los ronquidos. Con mi píldora de no dormir, las uniones serían más felices; lo mismo es que tu pareja ronque quince minutos a que lo haga durante seis horas de forma ininterrumpida, bufando como una locomotora de vapor y chirriando con más violencia que las bisagras de la puerta del castillo de Drácula. Las apneas serían anécdota y las pastillas para el insomnio pasarían a ser algo inservible pues hasta un gran insomne media «horita» seguida duerme.

¿Y qué me dicen de los colchones con efecto memoria? serían una tomadura de pelo. Todo eso dejaría de ser un problema con la pastilla de no dormir.  A partir de ese momento, podremos acceder a todas esas cosas que deseamos y nunca conseguimos. Unos llegarían a ser ricos de una vez ya que tendrían tiempo para desarrollar sus grandes ideas, otros conseguirían un cuerpo atlético y saludable, ahora no lo tienen pero solo es por falta de tiempo.

Piensen en todos esos niños pudiendo disfrutar un par de horas al día de sus padres, merece mucho la pena. Y si eso no les conmueve, recuerden a esos abuelos que viven en una residencia. Solos, sin ningún vínculo afectivo externo. ¡Piensen que maravilla! Desde ese momento, recibirían la visita de sus atareados hijos al menos una vez a la semana. 

Conseguir todo aquello que no hemos logrado por culpa de la falta de tiempo sería factible. Al tener tiempo, mejoraría nuestra actitud con el prójimo, lo convertiríamos en una necesidad. Si ahora tu jefe no te dice nunca a pesar de tu esfuerzo ¡Buen trabajo! no es por otra cosa que por falta de tiempo. Si lo tuviera lo haría, no lo dudes. Todos estaríamos mucho más contentos pues nos veríamos reconocidos a menudo.

Debemos tener claro que si el vecino, no nos dice ni buenos días en el ascensor, o ni siquiera nos da las gracias si le cedemos el paso no es por otra cosa que por falta de tiempo; en algún momento tendrá que pensar ese hombre cómo solucionar aquel problema. ¡Es normal! tenemos todos mucho que hacer y poco tiempo. No lo hace a propósito, no es un desagradable, es una persona ocupada, nada más.

No se sientan mal si cuando llegan a casa no se «tiran» al suelo con su hijo a jugar o se sientan en la cama de su adolescente hija, adicta a Twitter y a Facebook para ver cómo se encuentra. Si no lo hacen es por la falta de tiempo. Si no le dicen a su pareja que hoy está radiante o que es una persona importante en su vida es por la falta de tiempo,  pensarlo lo piensan, pero esas cosas hay que decirlas bien pues si las dices mal es mejor no decirlas y como no hay tiempo... 

Si hoy en día no hay mucha gente, que dedique cuatro minutos de su tiempo al mes, para hacer una transferencia de 10 euros a una ONG de esas que lucha contra el hambre  no es por no tener dinero, ni por falta de gana. ¡Faltaría más! Es solamente por falta de tiempo, ¡algún día lo haré!  Esa frase es de las más utilizadas y eso denota gran interés.

El tiempo. La clave es esa; si algún día se consigue esa píldora, el mundo será un lugar mejor y todos seremos más felices. La píldora de no dormir será el mayor invento. El descubrimiento del siglo, por fin algo que nos dará el control perdido. A partir de ese momento, haríamos todo lo que hay que hacer cada día para ser mejores personas, maravillosos padres, buenos hijos y extraordinarios empleados, científicos, músicos, empresarios etc.

¿Qué pasa? ¿No me creen?  Hagan la prueba. ¡Pregunten y verán!  Todo el mundo les dirá que si no hacen todas esas cosas, cada día, no es nada más que por falta de tiempo. Para nada es una excusa. Eso es así.  

Me atrevo a decir que es una verdad absoluta, una realidad inflexible. 

Pero ahora que lo pienso; la verdad es siempre tan relativa.


Garper J
2015




lunes, 22 de junio de 2015

Mágico 33


El número mágico:
Extracto de la Revolución Áurea   http://garperj.wix.com/larevolucionaurea

Es uno de los 4 “números maestros” con grandes energías, curiosamente sobre el paralelo 33 está una de las ciudades más antiguas de la historia que no es otra que Bagdad, en la tierra de la antigua Mesopotamia que como sabéis estaba situada entre los ríos Tigris y Éufrates. Algunos textos bíblicos sugieren que aquí estaba el Jardín del Edén. Hay importantes ciudades de la actualidad como Sídney, Los Ángeles, Atlanta, Fénix, Valparaíso, Augusta, Casablanca o Columbia en el paralelo 33. Si lo pensáis un momento muchas de estas ciudades tienen curiosos nombres que nos recuerdan leyendas religiosas de la antigüedad, sobre todo tienen que ver con el paraíso terrenal.

La numerología y el mundo esotérico otorgan un gran poder al 33.  Se cree que ese número primo, tiene una “vibración maestra”, lo que transfiere a las personas ligadas a este número la capacidad de atraer hacia sí vibraciones cósmicas que inspiran a otras personas, son líderes espirituales en busca de grandes retos e ideales

-¡Vaya! ¿Entonces maestro? -Preguntó Miguel- ¿El cambio de vibración cósmica que  los Mayas calcularon para estas fechas podría tener algo que ver con el 33 y su fuerza?
-No sabría decirte… solamente puedo asegurar que las coincidencias históricas con ese número son cuanto menos curiosas: 33 años  tenía Jesús cuando murió en la cruz. Los mismos años que tenía el gran Alejandro Magno cuando falleció. El legendario Rey David reinó exactamente 33 años. 
Ernesto volvió a carga…
-Pero… ¿Ese no es el número que nos hacen decir los médicos para ver como tenemos las vías respiratorias?

           -¡Ernesto! Espetó Laura.

             -¡No te preocupes Laura, tienen razón. El fuerte sonido de sus consonantes hace que lo usen para que nuestras cuerdas vocales vibren…
-Hasta el nombre vibra –Comentó Héctor que hasta entonces no había intervenido para sorpresa de todos- Después continuó Gabriel:

-Debéis saber que el máximo grado de la masonería es el 33. Un buen ejemplo que os puedo dar es la Fachada de la Pasión del Templo Expiatorio de la Sagrada Familia en Barcelona. Fue diseñada por el escultor Josep María Subirachs y en ella se puede ver un cuadrado mágico. Hay quién piensa que obedece a la posible aunque hasta hoy indemostrable vinculación masónica de Gaudí ya que la constante mágica de ese cuadrado es el número 33.

¿Y ustedes que piensan del número 33?

Casualidad, premeditación...

miércoles, 27 de mayo de 2015

¿Que es el éxito?

Extracto de La Revolución Áurea, los primeros pasos de la orden

El Maestro le dirigió una corta mirada y una leve inclinación de cabeza que él interpretó como la correspondencia en diferido a su saludo. No hubo más gestos…  El maestro sentado en una mesa y Miguel de pie, mirando. Transcurrió un eterno espacio de tiempo en el que el silencio se convirtió en el único protagonista de la escena, levantando una incómoda barrera entre ambos que por fin el maestro rompió quitando la vista de la caja para después comentar:

 
-¡Es curioso poder constatar la cantidad de formas que hay de construir! Esta caja por ejemplo…  La verdad es que puedo hacerla y ensamblarla de múltiples maneras y el resultado final sería el mismo; una caja ¿No te parece Miguel?
 

-No lo creo… en función de la construcción unas serán más resistentes que otras o serán más bonitas… ¡en fin! Que el resultado no es el mismo.


-¡Estoy de acuerdo! con las cajas como con cualquier cosa que construyamos en la vida lo importante siempre será la forma en la que se ha construido, mucho más que el aspecto que tenga. La forma de hacerla nos dirá si se ha realizado el trabajo con éxito; si construimos algo y lo dotamos de cimientos fuertes el resultado exterior será parecido a los ojos de los demás que no pueden ver a simple vista el trabajo realizado pero nosotros si sabremos que hemos triunfado con ese trabajo pues el éxito verdadero tienen que ver con el conocimiento y con lo que busca uno mismo en sus acciones, es más una emoción que una realidad.
 

-Puede ser, pero la verdad es que el éxito no se obtiene haciendo cajitas de madera por muy resistentes que sean –comentó Miguel- el éxito se consigue cuando tu cajita, es mucho mejor y más bonita que la de los demás, y si terminas vendiendo miles de ellas aún mejor.

 
-¡Entiendo Miguel! ¿Podrías decirme entonces que tiene de exitoso vender miles de cajas cuando lo que perseguías era hacer una caja resistente para guardar algo valioso?

 
            -¡Fácil! Es muy sencillo de explicar; el éxito de la operación es que además de hacer la caja resistente que necesitaba ganaré el dinero suficiente para pasarme el resto de la vida haciendo cajitas resistentes si eso es lo que quiero hacer.

 
-¡Muy interesante! ¿Pero si yo entiendo que eso que dices tú para mí no es el éxito? Imagina por un momento que yo no crea que eso sea alcanzar el éxito.

 
-Pues no entiendo por qué… ¿Me podría decir entonces que es exactamente para usted lograr éxito?

-¡Buena pregunta Miguel! tan buena como difícil de contestar; ¡Mira! Según mi opinión, a veces las personas se angustian por esa palabra, la educación recibida les obliga a tener la necesidad de sentirse exitosas para llenar el alma y sosegar su espíritu, parece que es la única manera de ser feliz. El problema es que a veces, la realidad se retuerce mezclándose con lo irreal haciendo muy difícil saber si eres una persona de éxito o no.

-Perdone pero yo en cambio lo veo claro; ¡Es obvio! una persona de éxito es alguien rico, famoso, admirado y por consiguiente envidiado, alguien que hace algo que los demás no son capaces, esa persona que tiene lo que los demás desean y disfruta de lo que el resto simplemente sueña.


-Es posible… esa es la definición más usual pero a veces podría pasar que no sepamos exactamente qué es lo que buscamos, seguramente el éxito sea mucho más que eso, pero también puede que sea algo mucho más simple, que tenga que ver con otras cosas no necesariamente materiales. Puede ser que el verdadero significado lo tengamos que buscar dentro de nosotros, donde surgen las palabras y los sueños, seguro que en ese lugar encontramos las respuestas necesarias para dar sentido a esa palabra.

 
-No lo termino de ver. ¿Para tener éxito debo ir a dónde? ¿A mi corazón? Eso no sería éxito tal y como el mundo entiende, lo que comenta no es éxito, puede que sea satisfacción por una labor realizada adecuadamente, orgullo, ego personal pero nada más.

 
-¡Pero Miguel! ¿Quién decide si alguien tiene éxito? Puede que triunfar no tenga tanto que ver con tener la sensación de formar parte de una rueda que no cesa y que nos hace dedicar casi todas nuestras energías y horas a trabajar para mantenernos en la cima con la única idea de poder disfrutar de más cosas materiales que la mayoría y de obtener así una posición social elevada. Eso es lo que entiende la sociedad como éxito, pero yo no creo que sea tan sencillo, vuelvo al principio; yo solamente buscaba hacer cajas resistentes y lo he logrado, no buscaba hacerme rico con ellas por lo que he tenido éxito.
 

-Pero en un tema puntual. Eso no lo considero éxito, como mucho logro personal pero entonces… ¿cómo definiría el éxito?

 
           -Como bien dices esta sociedad entiende esa palabra de forma absoluta y la define como la consecuencia de tener muchas cosas y la forma de medir el éxito conseguido es de forma proporcional a lo que posees. “Tanto tienes tanto vales”. Un empresario de éxito, un gran deportista, un ejecutivo de éxito… siempre se asocia a la riqueza y la fama. Sin embargo, el significado de la palabra éxito según el diccionario no es exactamente eso, se define como el resultado feliz de un negocio o una actuación.

 
-Ya veo por donde va… Quiere decir que es obligatorio además ser feliz para poder ser denominado como una persona de éxito.

 
-O que al menos nuestras acciones diarias nos hagan felices, podríamos concluir que esta sociedad está variando el verdadero significado de la palabra ya que el éxito y la felicidad van unidos en su verdadera esencia.


-Pero si tienes mucho es más fácil conseguir la felicidad… ¿cómo se consigue la felicidad sin un céntimo? Yo estoy aquí por eso…


-La felicidad no se puede comprar. Es un estado de ánimo, un sentimiento interior de la persona.  Es algo que se siente como consecuencia de nuestras acciones o de un acontecimiento concreto o de una forma de hacer. Hay personas afortunadas que la vida trata muy bien materialmente hablando, tienen dinero, reconocimiento y salud, no han sufrido desgracias personales ni familiares todo es genial. Pero sin embargo… no son felices.


            -Pero si puedes haces lo que te gusta y tienes éxito seguramente eres feliz. Yo lo era hasta que perdí mi trabajo…


-Es posible, pero no necesariamente tiene que ser así, por ejemplo un artista: puede ser muy feliz cuando todo el mundo empieza a valorar su obra, en ese momento se siente especial, querido y admirado. Se convierte en una persona de éxito, su “negocio” ha salido bien y es muy feliz. Pero esa sensación se mantiene hasta que su “éxito” se convierte en algo tan grande que ya no controla. Se convierte en una persona pública. Mil compromisos, entrevistas, viajes y obligaciones. Cosas que no le gustan nada. Todo eso va erosionando el alma de una persona llena de sensibilidad y casi siempre emocionalmente inestable, condición está casi obligatoria en los grandes creadores. La fama y la obligación se convierten en una pesadilla, muchos no lo resisten. Tenían otros planes, otras ilusiones que seguramente no se han cumplido, se sienten agobiados y ven que su vida no ha tomado el camino que ellos realmente querían, su vida y su obra no es suya, ya no disfrutan creando.


-Pero para tener éxito hay que trabajar duro, no hay más remedio. Esas cosas forman parte del peaje necesario para conseguir las cosas buenas de la vida, la verdad es que veo imposible encontrar “su” éxito.

-¡Miguel! ¿Por qué piensas que lo tienes que buscar en alguna parte? Se dice casi como una verdad absoluta que solamente valoramos lo que tenemos cuando lo perdemos. Esto tú ya lo has aprendido en parte. Pero es lógico; todo lo importante que tenemos es tan nuestro, está tan conseguido desde hace tanto tiempo que olvidamos lo importante que son en nuestra vida las cosas cercanas y añoramos las que están lejos; olvidamos al que nos ama, al que nos cuida y nos hace reír cada día, no recordamos la necesidad de valorar como merecen aquellas personas que mantienen caliente nuestro corazón. En esta vida de celos y envidias, de competencia encarnizada por lo material nunca nos paramos a evaluar verdaderamente nuestra propia situación. Quizá el éxito está escondido tan dentro de nosotros que no lo vemos. Y sin embargo somos unos triunfadores.


-Pero a ver… Solo una cosa; a cualquier persona le hace feliz conducir el deportivo de moda o tener una gran casa en la costa, un barco, mujeres guapas y la tranquilidad de tener mucho dinero. Eso es así. Será algo difícil de tener pero si lo tienes lo valoras y mucho más que las cosas que todo el mundo tiene.


-¿Seguro? ¡Por favor! Piensa en momentos felices… seguro que te  vendrá a la mente pequeñas cosas y momentos puntuales con personas queridas y no tanto cosas materiales. Los bienes por sí solos no nos hacen sentir nada. Presentimos que nos harían felices pero nada más. ¿No te ha pasado que has comprado un “cochazo” y a los cuatro días de tenerlo ya no experimentas gran cosa al conducirlo? Sin embargo sí que nos hace feliz esa canción que llevas escuchando toda la vida en tu coche de turno; cada vez que suena, nos levanta el ánimo y nos trae recuerdos agradables, o aquella otra que nos emociona tanto que solamente queremos escuchar en momentos especiales pues nos “toca” demasiado el corazón. Experimentar por ejemplo un momento de lectura en silencio, cuando despierta el día y el Sol empieza a darnos señales de su existencia enviándonos sus primeros y suaves rayos a través del cristal de nuestra ventana para que rieguen nuestra piel y nos calienten el alma acompañados de un humeante café mientras en casa, aún todos duermen… o aquella película que extrajo casi con violencia de nuestro interior todo aquello que siempre tuvimos, que removió nuestra conciencia aunque fuera por un momento y nos dejó desnudos ante nuestros sentimientos, ese momento en el que somos de verdad nosotros mismos.


Si pensamos en momentos felices recordaremos posiblemente si hemos disfrutado alguna vez de la sinceridad devastadora de un niño, de sus maravillosas ocurrencias. No hay nada más emocionante que ver cómo vive cada minuto de su vida como si fuera el último, con una necesidad casi exagerada de ser feliz pues tiene la ilusión aún sin erosionar por los golpes de la propia existencia, eso los hace puros y auténticos. Los niños brillan con más luz que nosotros o al menos a mí me lo parece. Seguro que si recordamos felicidad y tenemos la suerte de tenerla nos vendrá a la mente nuestra pareja; esa persona que nos complementa y mejora. Aquella que comparte con nosotros la vida, que camina a nuestro lado cada día en este complicado mundo. Esa persona que te sirve de apoyo cuando tu moral cojea, que te hacer reír y que te comprende, que no te juzga. Ese ser con el que has compartido el éxtasis más intenso que un ser humano puede experimentar por sus sentidos. Esa persona que siempre está cuando necesitas apoyo, cuando tienes miedo. O pensaremos también en esa Navidad tan especial en la estábamos todos juntos y que nunca se repetirá pues algunos de los protagonistas ya no volverán a compartir nuestra vida pero a pesar de no estar, nunca desaparecerán de nuestros corazones. Dicen que alguien no muere de verdad si está en el recuerdo de los que le conocieron y le amaron. ¡Miguel! No dejes que nadie bueno muera para siempre.


-Todo esto está muy bien… es muy emocionante y muy bonito si de lo que hablamos es de recuerdos o de solamente la felicidad pero… ¿no entiendo que tiene que ver todo esto con el éxito?


-¡Querido Miguel! el éxito verdadero tiene que ver con lo que tú necesitas y persigues en la vida y si aquello que buscabas lo has podido conseguir. Piensa en alguien que no pasa frío en invierno, que tiene su nevera igual de llena que su corazón, una persona que tiene a su alrededor gente que le quiere y con los que comparte momentos de felicidad y ternura cada día. Esa persona que lo que de verdad desea y persigue en la vida es disfrutar de cada momento, de cada estación, de cada año. Esa persona que además tiene la fortuna de estar sana al igual que sus seres queridos y que tiene lo que necesita para envejecer en paz tal como él quiere. ¿Piensas que esa persona no es un ser con éxito? Todo lo que tiene era lo que realmente quería en la vida y lo ha conseguido.

-Pero eso que tiene no es nada del otro mundo…
 

-¿Seguro? ¿Cuántas personas conoces que tengan todo lo que siempre desearon?


-Nadie tiene todo lo que desea pero se conforman con lo que tienen.
 

-Pero lo que tienen es mucho; Amor, salud, futuro, compresión, respeto, paz, alegría, felicidad… todo lo demás no sirve para nada si no se tiene todo esto.


-Voy comprendiendo. Entonces según parece el verdadero éxito en la vida es conseguir disfrutar de lo que realmente te hace feliz en la vida.


-¡Estupendo! Creo que esa definición es más apropiada que las que hemos visto hasta ahora. Si realmente lo que persigues lo tienes y además tienes con quién compartirlo ¡enhorabuena! eres una persona feliz y exitosa. Tu vida habrá tenido sentido pues todo lo que tienes y eres es lo que tú querías ser y tener, no lo que suponen los demás que tienes que tener y hacer… Y si además de conseguir esto, tu existencia marca de forma positiva la de otras personas para que siempre estés en sus corazones y en su recuerdo lo habrás conseguido; además de ser una persona exitosa serás una persona inmortal, pues nunca morirás del todo.
 
 
¿Se puede tener más éxito?